El tiempo es el que es, aunque hay circunstancias que obligan a modificar la forma en la que la gente se enfrenta a él. Se puede perder el tiempo, se puede dejar que pase sin hacer nada o se puede exprimir al máximo. Eso es lo que pensaron los profesores del Colegio Rural Agrupado (CRA) Siglo XXI, con sedes en las localidades de Sotillo de la Ribera, La Horra y Gumiel de Mercado, que pusieron todo de su parte para que sus alumnos aprovechasen al máximo cada minuto de estudio en el último trimestre del curso que acaba de terminar. Todos desde sus casas, confinados por la pandemia de la covid-19, echaron mano de sus mejores armas didácticas para implicar a los escolares en el aprendizaje de las distintas materias.
Tal fue la implicación de los chicos, que los profesores tuvieron que descubrir sus verdaderas identidades. Ahora, en el tiempo actual, son docentes en un colegio rural de la Ribera del Duero, pero en realidad son agentes del Ministerio del Tiempo, cada uno de su época histórica correspondiente, por lo que son los más indicados para contar los avatares más relevantes de la Historia. Y desvelado el secreto, ya solo quedaba un siguiente paso: convertir a los propios alumnos en agentes en prácticas para que probasen sus habilidades antes de entrar a formar parte de la plantilla del Ministerio del Tiempo, a la vez que refrescaban conocimientos o aprendían algunos nuevos.
La actividad, inspirada en la exitosa serie de TVE que acaba de concluir la emisión de su cuarta temporada, aprovechaba herramientas del juego para motivar la implicación de los alumnos. "En la situación de confinamiento, nos dimos cuenta de que algunos chicos les costaba mucho estar al tanto de lo íbamos haciendo y necesitábamos algo para atraerles y engancharles, sin que los padres tuviesen que estar detrás de ellos todo el día", reconoce Enrique López, uno de los profesores implicados y el creador de este ‘ala ribereña’ del Ministerio del Tiempo.
La herramienta como tal ya existía, "la utilizamos hace dos años con los alumnos que ahora estaban en sexto" recuerda López, y eso les sirvió para enganchar a los alumnos que ya la habían utilizado y a los nuevos aspirantes a agentes ministéricos. "Al principio, empezamos solo con los temas de Historia, porque son los que más encajaban en el contexto, pero cuando vimos que estaba dando resultados y los chicos habían conectado con el juego, se sumaron los profesores Tania Santos, de Matemáticas, Alba Saldaña, de Inglés, y Eva Domínguez, de Lengua, junto a otros compañeros que nos ayudaban a dar vida a los personajes que iban apareciendo en las distintas misiones".
La mecánica de la actividad era muy sencilla y, a la vez, atrayente para los escolares. Cada día encontraban en la carpeta correspondiente una comunicación del Ministerio del Tiempo del CRA Siglo XXI, con una estética muy adecuada para agentes secretos, donde los chicos recibían las indicaciones precisas para comenzar la misión que se les había encomendado. A partir de ahí, conociendo la puerta por la tenían que entrar, se encontraban en distintos escenarios en los que o bien iban encontrando pistas para resolver el misterio o localizaban objetos que podían serles útiles para misiones futuras o se topaban con las tareas que tenían que completar para dar por concluida la misión, es decir, los deberes de cada asignatura.
La estética de este juego educativo les llevaba a bibliotecas abigarradas de libros antiguos, a las ruinas romanas de Mérida o, incluso, a la propia localidad de Sotillo de la Ribera, que fue el escenario de la misión final del curso. "El hecho de utilizar esta serie no es porque todos los alumnos la viesen, de hecho hay dos chicas a las que les gusta más Stranger Things, y pusimos algo relacionado con esa serie para que se enganchasen, pero algunos que no la conocían han empezado a verla, incluso alguno me decía que su madre se la grababa porque la emitían a una hora que ya tenía que estar en la cama", reconoce López.
Al llegar al final de curso, el balance del uso de esta herramienta didáctica es más que satisfactorio porque ha conseguido el fin por el que fue puesta en funcionamiento: atraer a los chavales al estudio diario. "Nos han sorprendido alguno de los chicos que se han implicado mucho con la actividad y me escribían cada vez que encontraban algo, porque era yo el que les tenía que dar el paso al siguiente nivel", recuerda Enrique López.
Poco a poco, en este colegio rural sus alumnos están adentrándose en los misterios del conocimiento, lo que les puede servir el día de mañana para enfrentarse a cualquier desafío y, quien sabe, podrían llegar a convertirse en agentes especiales del Ministerio del Tiempo, a las órdenes de Amelia Folch, Julián Martínez o Ernesto.
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